Medio Ambiente

 

 

 

 

 

 

Explotación Extensiva

 

 

 

La raza Retinta es un bovino de aptitud eminentemente cárnica. Se caracteriza, además por una elevada rusticidad y un marcado carácter maternal. Ello le permite aprovechar un medio difícil, con grandes épocas de sequía y periodos de carestía.

La unidad de explotación está formada por vacadas de un tamaño medio superior a las 40 cabezas explotadas en régimen extensivo, en fincas de gran tamaño y sometidas a una baja carga ganadera, donde explotan la vegetación natural compartiendo el terreno con otras especies y razas típicas de la dehesa mediterránea, fundamentalmente ovino de raza merina y porcinos del tronco ibérico.

Las vacas retintas se alimentan durante todo el año de los recursos forrajeros  que ofrece la dehesa, recurriendo incluso al ramoneo en tiempos de escasez. El sistema de cubrición es normalmente estacional mediante monta natural. Los toros (1 por cada 30-40 vacas) permanecen con las vacas entre los meses de noviembre a junio. La cría se efectúa a pezón en la propia finca, siendo el destete entre los 5 y los 7 meses de edad.

Reproducción

El sistema de cubrición es normalmente estacional mediante monta natural. Los toros (1 por cada 30-40 vacas) permanecen con las vacas entre los meses de noviembre a junio. Se busca con ello hacer coincidir el grueso de las pariciones con los momentos de mayores recursos en el medio.

Las hembras entran normalmente, por primera vez a cubrición alrededor de los 2 años, teniendo lugar el primer parto alrededor de los 34 meses. Su vida productiva se alarga hasta los 18 años, e incluso más si el manejo y la alimentación han sido especialmente buenos.

La cría se efectúa en la propia finca, siendo el destete entre los 5 y los 7 meses de edad. El destino de los machos suele ser el cebo y sacrificio como animales de abasto, salvo aquellos que por su elevada calidad se destinan a futuros sementales. La práctica totalidad de las hembras son vendidas como animales para vida a otros ganaderos productores de ganado retinto o para el cruce industrial con sementales de otras razas.

Los añojos para el sacrificio adoptan un programa de cría homogéneo que permite conseguir una «canal tipo». Se alojan en corrales de estabulación libre por lotes homogéneos. Tienen un área de reposo con sombra  y una zona de ejercicio.

Instalaciones

Las instalaciones son muy simples, consistiendo esencialmente en los corrales, las mangas de manejo, embarcadero, la báscula y algunos abrevaderos y charcas artificiales.

Los cercados de las fincas pueden ser desde paredes de piedra o vallas de alambre de espino, hasta setos naturales de chumberas (Opuntia ficus-indicus) y zarzamoras (Rubus ulmifolius).

La Dehesa Mediterránea

Los expertos en pastoralismo atribuyen características comunes a los sistemas extensivos mediterráneos tan íntimamente ligados a la raza Retinta:

La vegetación que alimenta a los adultos es natural o seminatural, dándose una dependencia en piensos limitada a las épocas más duras del año. Existe un bajo aporte de insumos externos para incrementar la producción vegetal, como fertilizantes y agua, siendo también reducida la utilización de productos zoosanitarios.

La cría de los becerros se realiza con lactancia materna hasta el momento del destete.

El manejo y las instalaciones son escasos, limitándose habitualmente al cercado de las fincas y la construcción de corrales y mangas de manejo donde herrar, destetar y embarcar los animales.

La carga ganadera es muy baja en comparación con los sistemas intensivos.

Estas prácticas ganaderas son características del manejo del ganado retinto, siendo del todo compatibles con la conservación y el aprovechamiento sostenible de la dehesa mediterránea.

La dehesa mediterránea, hábitat natural de la Retinta y de especies tan emblemáticas de la naturaleza ibérica como el águila imperial (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus) o la cigüeña negra (Ciconia nigra) es, a grandes rasgos, una inmensa red dispersa de encinas (Quercus ballota), alcornoques (Quercus suber) y otras quercíneas bajo la que crece el interminable pastizal que cubre gran parte del suroeste peninsular. En la dehesa coexisten por tanto distintas etapas de sucesión, permitiendo la existencia de un pasto natural y de un arbolado disperso formado por especies longevas que proporcionan fruto y refugio a multitud de animales. La ausencia de transformaciones agresivas por parte del hombre facilita una alta biodiversidad y la supervivencia de viejas pautas migratorias como las que llevan todos los inviernos a miles de grullas (Grus grus) o palomas torcaces (Columba palumbus) a visitar nuestras dehesas en busca de cobijo y alimento.

Estos paisajes, únicos en el mundo, son el resultado de antiguas prácticas silvopastorales en las que las especies domésticas habituales en la dehesa –cerdos, ovejas, vacas, cabras e incluso caballos- han jugado un papel determinante como modeladores de la vegetación.

Los bovinos, y en particular las Retintas, son esenciales en las dehesas, controlando y modificando el crecimiento del matorral leñoso y el desarrollo de los pastos más altos y jugosos despreciados por las ovejas y apetecidos por las vacas. El pastoreo es tan importante para el mantenimiento de este ecosistema que su supresión provoca una disminución inmediata de la biodiversidad: la cantidad de especies herbáceas, que en algunos pastizales mediterráneos alcanza la cifra de 180 en tan sólo 100 m2, disminuye drásticamente junto con todos los artrópodos que dependen de las distintas plantas, afectando en fin a toda la cadena trófica.